E-ISSN: 2346-3414
EDITORIAL
COVID-19: Lo que hemos aprendido hasta ahora
Ged Williams1,2,3 Wilson Cañon-Montañez4
1 Presidente Fundador. Federación Mundial de Enfermeras de Cuidados Críticos, Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos.
2Profesor Adjunto. Griffith University, Brisbane, Australia.
3 Profesor Emérito. Universidad de Santander, Bucaramanga, Colombia. Autor de Correspondencia. E-mail: ged_williams@hotmail.com orcid: https://orcid.org/0000-0002-7481-2445
4 Epidemiólogo. Profesor Asociado, Facultad de Enfermería, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. E-mail: wilson.canon@udea.edu.co orcid: https://orcid.org/0000-0003-0729-5342
Histórico
Recibido: 13 de abril de 2020
Aceptado: 24 de abril de 2020
Como citar este artículo: Williams G, Cañon-Montañez W. COVID-19: What we’ve learned so far. Revista Cuidarte. 2020; 11(2): e1225. http://dx.doi.org/10.15649/cuidarte.1225
Atribución 4.0 Internacional (CC BY 4.0)
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) ha dominado casi todos los aspectos de la vida humana en el planeta Tierra desde que se descubrió por primera vez en Wuhan, provincia de Hubei, China, en diciembre de 20191. Una búsqueda rápida en Google de la expresión COVID-19 revela más de 3,22 billones de resultados.
Para comprender la importancia de este tipo de virus, necesitamos conocer dos conceptos epidemiológicos extremadamente importantes: el número de reproducción básico (Ro) y el número de infección efectivo (R). Ro se usa para medir el potencial de transmisión de un virus. Este número es un promedio de la cantidad de personas a las que un paciente infectado puede transmitir el patógeno, suponiendo que las personas cercanas al paciente no sean inmunes a él. Ahora comprendamos R. Una población rara vez será completamente susceptible a la infección en el mundo real. Algunos contactos serán inmunes debido a una infección previa que confirió inmunidad o como resultado de una inmunización previa, por la acción de las vacunas. Por lo tanto, no todos los contactos se infectarán y el número promedio de casos secundarios por caso infeccioso será menor que Ro. En este cálculo, tenemos en cuenta a las personas susceptibles y no susceptibles. Con esta información presentada, podemos concluir que si el valor de R es >1, el número de casos aumentará, comenzando una epidemia. Para que un virus deje de propagarse, R debe ser <1. Para estimar R, multiplicamos el valor de Ro por la fracción susceptible de una población2.
La propagación de COVID-19 de humano a humano tiene una tasa de reproducción estimada de Ro=2.28, es decir, cada persona infectada transmite el virus a otras 2.28 personas en promedio, mucho más rápido que otros coronavirus o virus de la influenza2. El virus COVID-19 ha demostrado ser particularmente letal para las personas mayores. Como ejemplo, Italia informó que más del 96% de todas las muertes por COVID-19 eran en personas ≥ 60 años3.
La principal preocupación con una enfermedad que se propaga aceleradamente como COVID-19 es que el número de pacientes críticos que requieren hospitalización, especialmente entre adultos mayores y personas frágiles, aumentará rápidamente y recargará el sistema de salud rápidamente como hemos visto en países como Italia, España, Francia, Reino Unido y Estados Unidos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 una pandemia a principios de marzo de 2020 y comenzó a solicitar a los gobiernos que establecieran medidas de respuesta a la pandemia para reducir la propagación de la enfermedad y preparar el sistema de salud para aceptar grandes cantidades de pacientes con enfermedades respiratorias graves4. La medida de salud pública más útil estratégicamente en tales circunstancias es "aplanar la curva" de la enfermedad, es decir, reducir la velocidad a la que el virus se transmite de humano a humano, de modo que el alto pico natural de incidencia de la enfermedad que normalmente ocurriría y recargaría el sistema de salud perdiendo muchas vidas, se reduce y se extiende durante un período de tiempo mucho más largo, para que el sistema de salud no sea sobrecargado, esperando que pueda salvar tantas vidas como sea posible con los recursos que tiene (Figura 1), especialmente recursos de unidades de cuidados intensivos (UCI), que es donde terminan los pacientes más enfermos y vulnerables de COVID-19.
Figura 1. Representación gráfica de “Aplanar la Curva” de cómo las medidas de protección y distanciamiento social pueden reducir la tasa de transmisión de COVID-19
Las medidas de salud pública durante una pandemia de esta escala están estructuradas de manera que los mensajes a la comunidad sean claros con medidas escalonadas para aplanar aún más la curva5:
Muchos países del mundo ahora están utilizando muchas de las medidas anteriores y otras más. Mientras que algunos países como Australia y Nueva Zelanda ahora planean reducir las medidas, ya que el crecimiento en el número de casos de COVID-19 por día se ha reducido a números manejables6,7. Esta ha sido una campaña comunitaria global sin precedentes con una sorprendente cooperación y apoyo de muchos miembros de la comunidad, por ahora.
Como era de esperar, muchos de nuestros sistemas de salud han mostrado brechas significativas en la preparación para esta pandemia: i) número insuficiente de enfermeras calificadas, especialmente enfermeras de UCI8, ii) equipos insuficientes, especialmente ventiladores mecánicos9 e iii) insuficientes equipos de protección personal (EPP)10. Estos problemas han sido particularmente evidentes en los países donde COVID-19 golpeó primero y antes de que se dispusiera de información suficiente para informar a estos países, especialmente a China, Italia, Irán, España, Francia, aunque incluso con advertencia, algunos países aún han luchado para prepararse para la escala de los desafíos, como Reino Unido, EEUU, que tienen sistemas de salud bien dotados en relación con la mayoría de los demás países del mundo! El mensaje ahora es muy claro, cada gobierno necesita revisar sus requisitos de personal de enfermería, y especialmente cómo movilizar a un gran número de especialistas críticos en caso de que vuelva a ocurrir una pandemia o desastre similar, además de garantizar que exista suficiente stock de equipamientos y EPP para tales eventos en el futuro. Se requieren enfermeras y profesionales de la salud alrededor del mundo con liderazgo, para abogar por sus colegas y enfrentar este gran problema que la humanidad está viviendo con suficientes EPP, equipamiento y entrenamiento adecuado11.
Sin embargo, hay dos importantes impactos finales de COVID-19 a considerar. En primer lugar, el impacto en los países de bajos y medianos ingresos (PBMI). Muchos PBMI aún no han informado de un gran número de casos de COVID-19, pero se espera que esto cambie en las próximas semanas y meses, especialmente en países pobres con grandes ciudades donde las estrategias de distanciamiento social y permanencia en casa son mucho menos capaces de ser manejadas y la provisión de equipos, cuidados intensivos, enfermeras especializadas y EPP es significativamente limitada en comparación con los países más ricos. Se supone que la tasa de mortalidad podría ser mucho mayor en estos países12. En este contexto, Latinoamérica fue uno de los últimos territorios en el mundo en ser alcanzado por COVID-19. Para esta región, a la fecha del 23 de abril de 2020, Brasil era el país con más casos confirmados (n=49492), seguido de Ecuador (n=22160). El gobierno y las autoridades sanitarias de otros países de la región han tomado decisiones relativamente correctas para el manejo de la pandemia. Por ejemplo, Colombia decidió llevar a cabo medidas de distanciamiento social y cuarentena de la población de una manera oportuna. Para el 23 de abril de 2020, este país reportó n=4561 casos confirmados de COVID-1913. Sin embargo, estos datos deben tomarse con cautela, dado que en la mayoría de los PBMI, los gobiernos no tienen suficientes recursos para realizar bastantes pruebas a grupos de población vulnerable y pacientes sintomáticos y no sintomáticos.
El segundo es el impacto del distanciamiento social y las medidas de bloqueo y confinamiento (lock down, en inglés) en las economías nacionales y mundiales y las ramificaciones para la salud y la sociedad en general de una posible depresión económica mundial14. El impacto de una gran depresión puede ser más mortal que el propio virus COVID-19. Muchos países ricos están gastando grandes sumas de dinero tratando de mantener sus propias economías. La preocupación es que el dinero de los países ricos que puede haber ido a ayudar a los países más pobres, podría ser retenido o reducido significativamente, agregando una carga adicional a las comunidades y personas que menos pueden defenderse contra el COVID-19.
Hay una última luz brillante de esperanza que podría provenir del COVID-19, y solo el tiempo dirá si esto ocurre. Una pandemia global está creando una respuesta global, tiene el potencial de unir a la humanidad como una fuerza cohesiva para ayudarse y apoyarse unos a otros, olvidarse de las guerras, embargos y otros rasgos negativos del comportamiento humano internacional y comenzar a ver a todos en el mundo como iguales, igualmente susceptibles a COVID-19, igualmente susceptibles a una crisis económica global, pero igualmente capaces de ayudarse y apoyarse mutuamente para crear un mundo mejor en el otro extremo del camino del COVID-19 ... Solo podemos esperar!
REFERENCIAS